Y fue así, que me convertí en fotógrafo - Texto y Fotografías de ©Manuel Peñafiel – Fotógrafo, Escritor y Documentalista Mexicano

Y fue así, que me convertí en fotógrafo
Texto y Fotografías de ©Manuel Peñafiel 
Fotógrafo, Escritor y Documentalista Mexicano


En 1958, cuando yo tenía diez años de edad acompañé a mi madre Renée a hacer sus compras al Centro de la Ciudad de México; fue en un escaparate en la calle de Francisco I. Madero donde descubrí una pequeña cámara Brownie 120mm de plástico; entusiasmado le dije a mi mamá que se la pediría a los Reyes Magos.


Desde niño me cautivó la fotografía, más tarde en mi juventud durante la década de los años sesenta producir imágenes se convirtió en mi necesidad de expresión, sin embargo, aquella sencilla camarita Brownie resultaba insuficiente, de esto se percataron mis tíos Luis Rubalcava y Maruca Peñafiel, así que sorpresivamente y para mi beneplácito me obsequiaron una cámara réflex de 35mm fabricada en Suiza.

A bordo de camiones urbanos o trolebuses solía desplazarme a diversos barrios por donde deambulaba con aquel preciso instrumento, de esta manera, recorría la antaño pintoresca avenida de San Juan de Letrán, la Plaza Garibaldi, o las colonias Tepito, Bondojito, Buenos Aires y Peralvillo.






En dichos sitios era donde yo fotografiaba a los marginados, por ahí estaban los ebrios consuetudinarios apodados teporochos, quienes suelen pernoctar cobijados con la basura  acumulada en los rincones. La lente de mi cámara fotográfica fue testigo de aquellos niños que terminan inconscientes tirados en la acera por intoxicación, después de inhalar los vapores de pegamentos que llevan en una bolsa de plástico, evadiendo así a su trágica existencia.

Fotografías de gente de la calle entre paredes desgastadas, mujeres, hombres, niños, niñas, viejos y ancianas atrapados todos en interminable pesadilla cotidiana.
Mi cámara fotográfica atisba donde dios no se molesta en mirar. 
En ciertas ocasiones yo empleaba película fotográfica para diapositivas a color; la mayoría del tiempo usaba rollo para negativo en blanco y negro, el cual yo mismo revelaba e imprimía en un rudimentario cuarto oscuro que mis padre Ricardo Peñafiel Sánchez ( 1925 – 1980 ),  me permitió acondicionar en una habitación de poco uso al fondo de la casa.



Mi madre Renée Ruíz Sandoval ( 1926 – 1971 ), me apoyó económicamente al constatar mi legítimo interés por la fotografía, de esta manera, pude adquirir una amplificadora de segunda mano, lámparas de seguridad junto con las tinas para el revelado, fijado y lavado de los rollos expuestos.
Mi afición por la fotografía se convirtió en pasión y decidí ser fotógrafo profesional, mis sólidas bases fueron autodidactas; para crear en cualquier disciplina artística, primero hay que averiguar lo que ya se ha hecho, observando las imágenes, en mi caso, desde los albores de la fotografía.
Sin embargo, yo tenía verdadero pánico de comunicárselo a mi padre, pues él deseaba que yo siguiera sus pasos en el terreno empresarial. Cuando mi madre me compraba ropa, yo escondía algunas camisas nuevas y pantalones en una maleta, pues estaba seguro de que cuando le informara a mi padre mi decisión de ser fotógrafo, él estallaría iracundo echándome de la casa.
Para sorpresa y tristeza de sus integrantes, decidí disolver aquel grupo de Rock que mi amigo José Ignacio Arreola y yo habíamos formado en mi último año en la escuela preparatoria en el nefasto Colegio del Tepeyac en la colonia Lindavista de la Ciudad de México, donde los frailes y monjas católicos, donde nos azotaban por la menor falta cometida cuando éramos niños.



Yo anhelaba estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero a finales de los años sesenta, la corrupción y represión gubernamental provocaron manifestaciones ciudadanas y huelgas estudiantiles ocasionando la suspensión de las clases en las aulas. Yo no deseaba ingresar a una universidad propiedad de clérigos católicos, suficiente había tenido yo con estudiar la primaria, la secundaria y la preparatoria en el nefasto Colegio del Tepeyac, donde frailes y monjas nos azotaban por la menor falta cometida, sin embargo, no tuve más remedio que inscribirme en la Universidad Iberoamericana, antaño situada en la colonia Churubusco; deseaba terminar cuanto antes mi carrera para luego dedicarme profesionalmente a la fotografía. Obtener un título universitario era la manera de demostrarle a mi padre que yo tenía la suficiente capacidad intelectual para abordar cualquier labor en la vida, sin embargo, era la fotografía mi ansiada meta. 
Así pues, ingresé a la Universidad Iberoamericana donde era yo muy diferente a mis condiscípulos que tenían definido su objetivo empresarial, muchos de ellos ya asistían a clases vestidos de traje y corbata debido a sus tempranos empleos.


En cambio yo, solía acudir al Campus Churubusco de la Universidad Iberoamericana con un atuendo muy distinto al de ellos. Mis pantalones eran acampanados, usaba botines con tacón, camisas con vistosos estampados floreados, para cubrirme en las frías mañanas, me echaba sobre los hombros una ruana de lana sudamericana color fuscia que me cubría hasta la cintura, alrededor del cuello portaba collares hechos con cuentas de ámbar, y el cabello al estilo de los Beatles.

Algunos maestros me miraban con recelo y antipatía; el que impartía Psicología inexplicablemente me reprobó, dejándose llevar por sus prejuicios.
Otro amargado que ni siquiera me dejó terminar mi examen oral fue Tomás Valles, el atildado profesor de Derecho, quien también me detestaba.
En cambio, la relación con mis condiscípulos fue sumamente cordial; a ellos les simpatizaba mi forma de ser. Fue a Víctor Fernández McGregor a quien se le ocurrió apodarme Happy Hippie. Manuel Fernández el alumno encargado de los eventos culturales, solía invitarme a dar recitales de mi poesía en el auditorio de dicha institución.
En realidad, guardo buenos recuerdos de mi estancia en la Universidad Iberoamericana, la mayoría de los maestros poseían alto nivel académico, gracias al cual, pude obtener mi título de Licenciado en Administración de Empresas, en 1972.



Un año antes de terminar la carrera universitaria, escribí al Instituto Tecnológico de Rochester en el Estado de Nueva York en Estados Unidos de Norteamérica para pedir informes acerca de los requisitos para estudiar fotografía.
Los meses transcurrieron y el límite para las inscripciones se acercaba, sin yo atreverme a comunicarle a mi padre Ricardo mis intenciones.
Cierta mañana cuando se estaba alistando para salir a trabajar, le comuniqué mi decisión. Tal  y como lo había temido, explotó con reproches y reprimendas, a lo que le respondí:
Es que en esta vida quiero hacer lo que a mi me guste.
Enfurecido me preguntó:
¿ Acaso crees tú, que yo hago lo que a mí me gusta ? Definitivamente no, le respondí. Razón por la cual, tu trabajo te transformó en alguien neurótico, debido a tu carácter a mi madre Renée la consumió la desdicha, ambos fuimos infelices en tu casa. El me miró fulminante, bufaba enfurecido, por un momento pensé que me golpearía el rostro, sin embargo, guardó silencio y salió de la habitación dando un portazo.
Transcurrieron varias semanas sin que mi padre me dirigiera la palabra, hasta que finalmente me llamó a su habitación, donde me dijo:
Prefiero tener a un fotógrafo feliz que a un ejecutivo infeliz. Posteriormente una vez emprendido mi quehacer fotográfico profesional, mi padre siempre me presentaba ante sus amigos como licenciado en administración empresarial, y luego de hacer una pausa, en tono parecido a disculpa agregaba que yo me dedicaba a ser fotógrafo; él nunca se resignó a que mi cámara me acompañara como instrumento de trabajo por el resto de mi vida.
Esa misma tarde, en la Universidad Iberoamericana le platiqué a un condiscípulo llamado Roberto Xacur que me iría a estudiar fotografía a los Estados Unidos de Norteamérica, y él que también pensaba hacer lo mismo pero en otra área, me preguntó que si ya había solicitado por correo mi examen de inglés TOEFL ( Test of English as a Foreign Language ) para resolverlo, y remitirlo de vuelta a la institución donde anhelaba estudiar, ya que era un requisito aprobarlo antes de intentar cualquier inscripción en alguna casa de estudios de por allá, nerviosamente sorprendido, yo le respondí que ignoraba eso.
Después de clases, Roberto me llevó a su casa, donde me dio una solicitud para dicho examen, y para garantizar que llegaría dentro del límite, le pegó al sobre una estampilla de correo estadounidense que retiró de su propia colección de timbres postales. De ahí nos trasladamos al Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México; y estando ahí a sugerencia de Roberto, le pedí a un viajero yanqui que se dirigía a la sala de abordar que por favor depositara mi sobre en cualquier buzón de su país para agilizar su arribo.  
Gracias a la eficaz y bondadosa actitud de Roberto Xacur al obsequiarme una de las estampillas de su álbum, y de su oportuno consejo, pude solicitar dicho examen, resolverlo y enviarlo de vuelta a tiempo para la oportuna inscripción en el Instituto Tecnológico de Rochester, donde completé mis conocimientos en fotografía.


En dicha institución se puede obtener la Licenciatura en Fotografía, la cual incluye materias de contabilidad y administrativas, sin embargo, gracias a que yo contaba con mi título universitario de Licenciado en Administración de Empresas obtenido en la Universidad Iberoamericana, se me permitió cursar únicamente los aspectos técnicos, fue así que aprendí el manejo de cámaras de gran formato con fuelle y negativo 4x5, además del revelado e impresión de negativo a color, y el manejo de reflectores en el estudio.

De regreso a México publiqué mi obra fotográfica en algunas revistas; aunque disfruté hacerlo, consideré efímera la vida de dichas publicaciones mensuales, por lo tanto, me arriesgué de manera independiente en la publicación de libros con mis propios textos y fotografías, de esta manera publiqué los libros El Estado de México en 1975 con una exposición fotográfica alusiva, y un año después el libro México cuyas imágenes conformaron la exposición itinerante Mi Gente, en 1980 el Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS me contrató para capturar las fotografías que conformarían los libros Los Médicos de Seguro Social, y Niños de México.
En 2002 di a conocer el libro Emiliano Zapata, un valiente que escribió historia con su propia sangre, y años después en 2017 salió a la luz mi libro Universos Íntimos, Paraísos y Desiertos.

 












En 2009 aprovechando la tecnología vigente produje el disco interactivo para computadoras Pasión por la luz CD – ROM, conformado con mi prosa surrealista y fantástica alternada con fotomontajes digitales de mi creación.
Paulatinamente durante mi carrera, con el transcurso del tiempo he montado las exposiciones Lo real, lo irreal y lo imposible en 1978, ¿ Evolución ? en 1980, en 1999 la Universidad Autónoma del Estado de Morelos UAEM me invitó a presentar la exposición Gente de mi planeta, la magna retrospectiva Pesadillas y Placeres fue organizada en el 2005, Fuerzas Creadoras del México Antiguo fue exhibida en 2011 en Arteaméricas Feria Internacional de Arte Latinoamericano en Miami Beach, Florida, EUA, y posteriormente la misma colección fue mostrada en el Museo de Arte Indígena Contemporáneo en 2016.
Posteriormente abordé la producción y dirección fotográfica de los documentales Los Últimos Zapatistas, Héroes Olvidados 2001; Pancho Villa, la Revolución no ha terminado 2009, Huipiltin 2015, Kirma La Pescadora 2014, y Universos Íntimos en 2016.




Y aún recuerdo que tiempo atrás en 1972, estando aún en la Universidad Iberoamericana, un condiscípulo llamado Roberto Sánchez expresó su admiración y azoro cuando le platiqué que después de terminar la carrera me dedicaría a ser fotógrafo profesional, él con entristecida voz me comentó que su anhelo era convertirse en director de orquesta sinfónica, y que bien sabía donde se encontraban los mejores conservatorios europeos para estudiar música, pero él temía desobedecer a su padre que deseaba que  continuara en su negocio establecido de compra y venta de chatarra automovilística.
Muchos niños y jóvenes son manipulados por sus padres, sin atreverse a labrarse ellos mismos su propio destino.
Hasta la fecha, celebro haber tenido el valor suficiente para enfrentar y desafiar a la autoridad paterna, y decididamente abrazar el arte fotográfico, mi espontáneo medio de expresión.
©Manuel Peñafiel

Fotógrafo, Escritor y Documentalista Mexicano.
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