Algunas fotografías de la exposición Mi Gente de Manuel Peñafiel montada en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

Los museos guaridas mías ©Manuel Peñafiel, fotógrafo, escritor y documentalista mexicano. Es en los museos donde se hallan los demonios esculpidos y los dioses escupidos, las ensoñaciones cinceladas sobre el níveo mármol, trazadas sobre el lienzo las lágrimas de los cadáveres, sobre los muros de los museos persisten las obras perpetuando los suspiros de aquellas estrellas reflejadas en el río de la soledad; es en los museos donde mi orfandad desaparece al reencontrar a mis camaradas intangibles, aquellos artistas que derramaron sus contorsiones existenciales en coloridos borbotones, pincelando, forjando, o fotografiando las llagas de la humanidad, los museos son mis catedrales por donde atisbo los delirios fragmentados, las plegarias profanas; en los museos se han exhibido mis fotografías, angustias ovacionadas por el insomnio, las gemas talladas con el buril de la ansiedad mientras el ácido gástrico bulle en mis entrañas, es entre los pasillos de un museo por donde yo me aventuro a las cavernas de la mente, sin temor a cortarme las plantas de los pies con mis espejos biográficos rotos y esparcidos. Soy producto del concreto urbano, nací en la Ciudad de México donde adquirí la brújula instintiva que se desarrolla cuando uno crece entre imprevisibles condiciones, la urbe es agria ubre, el perro callejero lo mira a uno desafiante entre el intestino sórdido conformado por callejones irredentos, imperativo es cuidarse la espalda, en la gigantesca matriz se rememora lo que jamás se tuvo, las familias son espejismos confundidos, a mi padre lo devoró el frenesí empresarial, la ciudad oprime, a mi madre se le deshidrató la existencia, soy vacío arqueólogo en busca de exiguas reliquias afectivas; en la capital de la República Mexicana el ruido automotriz desaparece absorbido por la estridencia de los propios pensamientos, la mente se hace tan alerta que los planes duelen, al detenerse en cada esquina es recomendable atisbar de reojo al de junto, el ajetreo citadino agudiza a más de cinco sentidos, los pulmones se endurecen, el corazón palpita contra las manecillas del reloj, los latidos nos abandonan durante el sueño, amanecemos con la identidad en mutación, es imperativo luchar contra la amnesia, la prisa nos hace olvidar las raíces, citadino significa sobrevivir sobre abrupta marea asfaltada, en la ciudad el alumbrado forma una ruleta absurda, de los postes cuelgan los retratos de los candidatos a un puesto gubernamental simulando sonrisas degeneradas en hipócritas muecas, en los restaurantes la música es meloso rasguño sin consuelo alguno, mentiras en estrofas cursis, los comensales son intérpretes del vacuo concierto. La Ciudad de México es donde en mutante me convertí; la urbe es el rudo gimnasio donde se adquiere condición para ése impredecible maratón llamado vida, se transita sobre las anchas avenidas del pensamiento, los semáforos cambian simultáneamente a las veloces ideas, en la ciudad hay feria de posibilidades y ascensores en los edificios del ingenio, citadinos somos los que vivimos en dinámico itinerario. Nacer en la Gran Ciudad de México implica peligroso privilegio, sin embargo, algunos pudimos cobrar la recompensa. ©Manuel Peñafiel -Fotógrafo, Escritor y Documentalista Mexicano. El contenido literario y fotográfico de esta publicación está protegido por los Derechos de Autor, las Leyes de Propiedad Literaria y Leyes de Propiedad Intelectual. Sin embargo, puede ser reproducido con fines didáctico - culturales sin omitir el nombre de su autor Manuel Peñafiel y los créditos de sus fotografías; queda prohibido utilizarlo con fines de lucro. This publication is protected by Copyright, Literary Property Laws and Intellectual Property Laws. It can only be used for didactic and cultural purposes mentioning Manuel Peñafiel as the author and his credit of the photographs. It is strictly prohibited to use it for lucrative purposes.

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